martes, 10 de noviembre de 2009

Recreo

Alguien me dijo que era una propuesta muy años 70. No lo había pensado así, pero la calificación me divirtió. Quizás yo tendría que haber nacido en otra época... Damas y caballeros, en esta oportunidad les presento un paseo “setentoso”: un domingo en el Tigre.

No incluye casa en una isla, ni yate. Ni siquiera club de remo. La idea es simplemente ir al Tigre a hacer lo que cualquier hijo de vecino hace en el Tigre. Árboles, sol, río y lancha colectiva. Y en este caso, una yapa: la visita al “Museo de Arte Tigre”.
No puedo dar directivas espaciales muy específicas, pero las lanchas salen de un solo lugar y el museo es el único edificio antiguo, imponente y reciclado que van a encontrar por ahí. Todo queda a orillas del río, claro, y del lado que la guía de la lancha llamó “continental”. Avancen por donde los conduzcan los caminitos de la costa y no pueden perderse.

Recomiendo fuertemente la lancha colectiva antes que el catamarán. Es de madera, uno va cerca del agua, vive el vaivén de las olas, ve las orillas desde el nivel del río, se acomoda en un asiento junto a las ventanas siempre abiertas y recibe todo el vientito y el sol. No saben lo bueno que es respirar Tigre por un rato…
Se disfruta de un paseo de una hora por $19. Probablemente les toque una chica que oficia de guía de turismo. Probablemente la chica tenga voz de pito y quizás hasta se llame Sonia. Si quieren la escuchan. Y sino, bien pueden dejar de hacerlo. Casi todos la abandonan, al punto que Sonia rara vez recibe al final un saludo o un aplauso. Yo dejé de escucharla en varias oportunidades, pero igual me dio cosa que nadie retribuyera sus esfuerzos de megáfono.
Del paseo en lancha uno llega sedado y feliz, en un estado realmente agradable que incluso se prolonga un tiempo en tierra firme.

Después se puede optar por caminar, echarse en algún rincón ameno, hacer un pic-nic o comer algo en los muchos barcitos y parrillas. Pero hagan lo que hagan, no dejen de pasar por el ya mencionado museo. Es un edificio que fue un casino o un hotel, o las dos cosas. Hace no mucho lo “recauchutaron” y quedó realmente bien. Ahora funciona como museo de arte, con una muestra estable y otra itinerante. Más allá de los cuadros en sí, vale la pena recorrer esos salones, escaleras, pasillos y ascensores, y visitar la increíble terraza que da al río. Todo está muy bien cuidado, organizado y prolijo. Hermosos los pisos, las molduras y las arañas. Ni hablar de los enormes ventanales, especialmente atractivos en días de sol.
Creo que es casi inevitable irse de ahí con la sensación de haber vivido un rato en otra época, o tentado de fiestas de gala y bailes de máscaras, siempre con orquesta en vivo.
De noche prenden los farolitos y también es re lindo, pero ojo: el museo cierra (estoy casi segura) a las 19 Hs.
Antes de partir, pueden darle una mirada al libro de visitas en la planta baja. La gente siempre tiene cosas sorprendentes para decir, a veces también cosas indignantes. Sugiero dejar un mensaje para la posteridad (o para el cosmos, o para todos, o para nadie…) que exceda los meros comentarios sobre el lugar.
Todo esto por sólo $5.

(Paréntesis museológico)
Agradezco a mi compañero de paseo por insistir en que entráramos. A pesar de haber propuesto llegar hasta ahí, reconozco que yo dudé una vez en la puerta. La visita al museo es mérito suyo. Por suerte en ese momento él pensó más claramente que yo.
Dejo el link de una página medio chota, pero donde pueden ver algo:
http://www.tigretienetodo.com.ar/sm%20aviso%20MAT%20museo%20arte%20tigre%20DIA.htm

¡Vayan! Después me cuentan…


PD: Dedicado al ojo de píxel. ¡Beso y gracias!

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