Resulta que el miércoles compartí bar con
Pedro Mairal. Es decir, yo estaba esperando mi batido de frambuesa en Starbucks
y él también esperaba, desde antes que yo. Gritaron buscando al dueño de un moca-no-sé-qué; yo estaba al lado del chico que gritaba. Vi que al batido moca se le había
chorreado dulce de leche por el vaso y por las manos del chico, pero el chico
hacía como que no se había chorreado nada. Cuestión que llamaron al dueño (por algún
motivo no tenían su nombre, raro en Starbucks), pero hubo un par de intentos antes de que
Mairal se levantara de unas banquetas cercanas para venir a buscarlo.
Para este momento tengo que decir algunas
cosas:
1. Pedro Mairal es escritor. Yo lo conozco, creo, del ciclo "Confesionario", ése que ya recomendé varias veces. No leí nada de él, pero lo
escuché leer cosas suyas. Me gustaron.
2. No estoy segura de que haya sido él el tipo al que vi y,
como ya dije, en Starbucks no sabían su
nombre para gritarlo, ni lo vi escrito en su vaso cuando se lo pasaron delante
de mí. Sin importar si era o no, una cosa llevó a la otra, y ahora este
encuentro me parece una buena excusa para escribir y para nombrarlo.
3. Cuando gritaron la primera vez buscando al dueño del batido
moca, Mairal y yo cruzamos miradas. Un poco intrigada, un poco expectante, yo
recorría las caras de la gente cercana esperando que quien correspondiera se
hiciera cargo del llamado. Y bueno, cuando llegué a él, no le quedó otra que
mirarme. Yo sentí que tenía cara de “no es para mí”, pero al ratito se levantó
para venir a buscarlo.
4. Antes de lo del batido, cuando aún no habían llamado a
nadie, entró al local un nene descalzo que cruzó sigilosamente el pasillo
central para llegar al salón del fondo sin que lo detuvieran. Lo logró.
Creo que intentó vender algo por entre las mesas, después despareció. Volví a
verlo cuando cruzó el pasillo en sentido contrario, camino a la salida. Y ahí
vi que Mairal también lo estaba siguiendo con la mirada.
Nos sentamos cerca. O más
bien, yo me senté cerca de él porque, como ya dije, él recibió primero su
batido. Cerca, pero de espaldas. Reconozco que por un segundo me planteé saludarlo, pero no sabía bien qué decirle, ni cómo le caería. Y
encima en ese momento empecé a dudar si se llamaba Pedro o Pablo.
Camino a su sillón agarró un diario.
Yo me concentré en la frambuesa. Dos veces miré por sobre mi hombro. En la
primera, Mairal leía. En la segunda, había desaparecido.
Más tarde lo busqué en Google. No
me adentré en otra cosa, fui directo a su blog. Me enteré de que en 2011 hizo
un programa en Canal Encuentro y de que tiene una columna los
sábados en Perfil. Recordé que escribió la novela que inspiró la película (que
sí vi) “Una noche con Sabrina Love”, y me di cuenta de que salió una entrevista
suya en el número 12 de la revista “Gata Flora”, un número en el que yo escribí. Y, foto de por medio, creo
(creo) haber confirmado que era él el tipo del batido moca.
En el blog leí párrafos sueltos y
dos entradas completas. Las dos me interesaron. En una un amigo/conocido habla
de él y habla de sus libros (bien por el amigo porque me dieron ganas de
leerlos). En la otra cuenta un encuentro cercano en un micro, con una tal Gimena, en pleno
viaje de egresados de quinto año. Me gustó. Y si bien no recordé el contenido
de lo que le escuché leer hace tiempo en "Confesionario", recordé perfectamente
su tono. Y me gusta su tono.
Copio el link al blog (espero que
esto sea legal y que nadie se enoje) y a las dos entradas
que yo leí. Por arbitrariedad nomás, por si alguien quiere hacer el mismo
recorrido.
Un gusto, Pedro.
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